domingo, 16 de marzo de 2014

FETICHES


Sé que estás ahi,
en la nube, el pájaro, la música, el sol
en el balcón, la onda en el agua...
Sé que estás aquí

pero sigo buscándote.

Me visto tu ropa, duermo con tu colonia
impregnando la almohada,
releo tus cartas y lamo tus cenizas.
Y todo me sabe a poco,
veintiún gramos no bastan a quien
lo tuvo todo.

Así que sé que estás aquí y yo te busco.

Busco tu vello en el aspirador,
busco tu aliento en el espejo,
tu mano en mi espalda,
tu calor en mis pies, busco
tu pelo en el peine y tu sudor
en mi boca,
busco una escama de tu piel,
una uña rota
por los rincones de la casa,
busco
la pelusilla que encontraba en tu ombligo,
el sonido de la llave en la puerta, de tus pasos
y tus ronquidos,
tu saliva en la taza, el polvo atrapado
en la suela de tus zapatos,
la humedad de tu piel bajo la bata,
la mancha que dejaste
en la pared, tu sombra
en cada sombra dibujada.

Miro la vida como un estereograma,
guiñando los ojos, mirando al fondo y más allá
para que la vida
recobre tu forma.
Y voy dejando un caminito de lágrimas
para no perderte.


SOBREENTENDIDOS


Sólo tú, que no estás, puedes saber por qué
me siento en esta mesa, por qué he elegido
este bar
y lloro con esta canción
y río con esa imagen y tengo, de pronto,
el gesto ausente. Por qué evito esa calle
o me asombro sin aparente motivo.
Sólo tú, que ya no estás, conoces
todos, todos mis pensamientos
y el desbocado latido de mi corazón.
Sólo tú oyes la música que suena
en mi cabeza, sabes el chiste que me hace reír.
Porque mis frases son sólo
el final de las tuyas y sin tu voz quedan
inconclusas mis palabras. Sólo tú,
y no estás,
me sobreentiendes.

HOY


Hoy es el día.
Dentro de ti, la pócima ha empezado a hacer efecto.
En la revisión
rutinaria
el médico dicta
tu sentencia.
Te quedan meses, quizá días,
para cancelar tus planes
con el futuro.

Hoy es el día.
Llave de contacto, cinturón, emisora musical.
Y un niño 
se te cruza. Morirá.
Tú también... de otro modo.

Es el día. Tenlo en cuenta.
El Vesubio escupe su fuego
y consuma
vuestro último abrazo.

Hoy es el día.
Al otro lado del teléfono, una voz anuncia:
tu hijo (sí, ayer le reñiste por sus malas notas) ha tenido
un accidente fatal.
El día en que tu madre muere
(¿y no era ayer cuando habías quedado en visitarla?).

Hoy te conviertes en huérfana.
Hoy queda tu cama vacía.
Hoy, ahora -y aún no lo sabes-
se ha acabado todo.
Todo.